La mosca blanca pertenece a la familia de los aleuródidos, y existen más de 1500 especies de estas en el mundo. Los especímenes adultos tienen un cuerpo color amarillento pálido y alas blancas, y miden entre 1 milímetro y 1 1/5 milímetros de largo. La principal característica de la mosca blanca es su aparato bucal especialmente adaptado para alimentarse de diferentes plantas. Al igual que muchas especies de insectos chupadores la mosca blanca prefiere el dorso, revés o envés de las hojas. Esto se debe a que esta parte de la hoja es más porosa que la parte frontal, y por lo tanto es impermeable a su aparato bucal. Una manera rápida y simple para saber si nuestras plantas están siendo atacadas por esta plaga es mirar el envés de las hojas. Otra manera es agitar la planta y observar si salen volando estos pequeños insectos.
La mosca blanca básicamente es un insecto que se alimenta de la savia de las plantas chupando esta por intermedio de su aparato bucal, causando un debilitamiento de la misma. Pero esto no es lo peor, el principal problema radica en la melaza que segregan para sobornar a las hormigas y evitar que estas no se coman la planta. Esta melaza es un caldo de cultivo para bacterias y hongos que pueden acabar con nuestra planta en poco tiempo. Según la especie de planta que sea la aparición de la mosca blanca será por diferentes motivos, exceso o falta de riego o de sol. Por lo que si detectamos esta plaga en alguna de nuestras plantas lo primero que tenemos que hacer es verificar que estamos haciendo mal, si la regamos poco o mucho, etc. Por lo que la mejor manera de evitar a la mosca blanca en nuestras plantas es la prevención y el cuidado correcto de nuestro jardín.