Sin dudas que si tenemos que definir en un par de palabra a las orquídeas podríamos usar exóticas, o bellas, o frágiles, o hermosas, etc. Como bien lo indica su nombre las orquídeas terrestres son aquellas que tienen sus raíces en la tierra y crecen en ella. Algunas de las especies más conocidas son la Bletilla striata, la Cranichis, la Phaius tankervillae, la Cyclopogon, la Calanthe vestita, la Chloraea, la Cypripedium, la Cymbidium, la Paphilopedilum, la Bletilla, etc. Generalmente a las orquídeas terrestres las encontramos en los climas templados de casi todo el mundo. En ellas existen unas formaciones cercanas a las raíces que se las conoce como tubérculos. Si estos tubérculos son de color blanco es porque es una reserva de minerales y nutrientes para lo que vendrá, o sea para el futuro. En cambio si estos tubérculos son de color negro es porque la planta ya los ha usado o los está utilizando para alimentarse. Las raíces de las orquídeas terrestres al ser muy firmes pueden absorber los nutrientes del suelo.
La particularidad es que los nutrientes que no usan los acumulan en tubérculos que mantienen cerca de sus raíces como depósitos de comida para el futuro. La adaptación de las orquídeas terrestres es más difícil que las epífitas, por lo que debemos tener más cuidados y precauciones al cultivarlas. Uno de los consejos que podemos darte en cuanto a los cuidados de las orquídeas terrestres es que uses macetas más grandes de las que se usan para las epifitas. Ya que estas orquídeas necesitan más espacio para desarrollar sus raíces. Para el sustrato de las orquídeas terrestres puedes usar un compost especial para estas plantas, que lo podrás comprar en tiendas especializadas y también en la web. Generalmente las orquídeas terrestres prefieren los suelos arenosos, bien drenados y en lo posible sueltos. Esto se debe a que las raíces de estas orquídeas son muy sensibles al encharcamiento, lo que terminaría pudriéndolas y matando a la planta.